Cierre de Campiche: Un Golpe Clave al Desarrollo Energético en Chile

Por Mauricio Zanotti

A fines del año pasado, en Chile se podían contabilizar cerca de 15 nuevos proyectos de termoeléctricas a carbón ingresados desde 2006 al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), con un total de 7.114 Mw de apoyo para las matrices del SIC y SING.

Esto, producto de una interesante jugada realizada por algunos privados, que aprovecharon los problemas experimentados por los corte de gas desde Argentina y un fuerte rechazo a las centrales de embalse, como Hidroaysen, para volver a introducir el mineral negro como una fuente barata y de rápida generación.

Si se suma el proyecto de extracción de carbón que las empresas Copec y Ultraterra desarrollan en conjunto en isla Riesco (seis millones de toneladas al año) se podría vaticinar que nos acercamos a un renacimiento de la generación eléctrica a carbón en nuestro país.

Pero en el último tiempo, algunos proyectos fueron presentando problemas, especialmente con las comunidades que se mostraron temerosas frente a los impactos medioambientales que éstos podrían tener, siendo los casos de La Higuera y Puchuncaví los más emblemáticos.

Una tendencia que la ex secretaria ejecutiva de la CNE, Vivianne Blanlot hizo ver en una nota publicada por Foro Energías la semana pasada, al señalar que “el futuro va a obligar a que cualquier proyecto sea más sensible respecto a la ubicación y a la opinión de las comunidades respecto al valor medioambiental que adjudican a sus localidades”.

La central Farellones, de Codelco, se convirtió en la primera víctima luego de que en noviembre de 2008 retirara su Estudio de Impacto Ambiental (EIA), para que seis meses después, decidiera paralizar el proyecto hasta nuevo aviso.

Hace algunos meses, los vecinos de una comunidad de Lo Rojas en Coronel (VIII Región) lograron a punta de protestas que Endesa los trasladara a otra localidad, producto del impacto que la ampliación de la central Bocamina tenía en sus casas, a pesar de tener su EIA aprobado.

Otro caso se da no muy lejos de ahí, en el sector de Loanco, lugar donde Colbún planea instalar la planta Coronel (en la foto) de 350 Mw. Ahí las personas también han mostrado su molestia a causa de los temblores que se sienten por las obras de construcción de la central.

Pero no termina ahí.

Una comisión de la Cámara de Diputados está analizando los permisos otorgados por la Corema a la central termoeléctrica Los Robles (VII Región), también propiedad de Gener, debido a las constantes quejas de pescadores artesanales, entre otras personas, por las posibles irregularidades con las que se aprobó el proyecto.

Por último, tenemos el caso de Campiche, otro de Gener (tal vez hoy el más emblemático), que si bien fue paralizado por no tener el cambio de uso de suelo correspondiente, también había experimentado una fuerte oposición por parte de la comunidad de Puchuncaví, incluyendo a su alcalde.

Llama la atención que todos los proyectos mencionados anteriormente están llamados a dar estabilidad a la matriz eléctrica del país para el corto plazo (2012), luego de que en mayo del año pasado estuviéramos a punto de sufrir cortes programados, producto de la crisis del gas y la falla de centrales de ciclo combinado como Nehuenco.

Pero la situación en la que se encuentran estas iniciativas, da a pensar que este renacer del carbón no va a ser tal, debido a que las cosas no se están haciendo de forma correcta, sino que por la vía rápida y sin un mayor análisis de sus posibles impactos.

Pero más allá del carbón, hay que pensar en los proyectos que se vienen a futuro, como Hidroaysen, la energía nuclear o las mismas renovables que ya dan muestras de su potencial.

Cómo se enfrentarán estos desafíos energéticos y si estaremos preparados para implementarlos es la advertencia que casos como estos nos llevan a reflexionar, a la hora de pensar en el desarrollo energético de Chile.