¿Se Puede Generar Energía Limpia con Carbón?

Por Mauricio Zanotti

Con todos los avances tecnológicos que se han desarrollado durante los últimos años, resulta difícil entender que un 40% de la electricidad del mundo se genere por medio de la quema de carbón.

La razón de esto es simple.

Entre los combustibles fósiles, el carbón tiene la mayor cantidad de reservas a nivel mundial, con 145 millones (más de 100 años) de toneladas en todo el mundo según cifras del World Coal Institute. Además, goza de una gran diversidad de lugares con altas reservas.

Para el carbón esto significa una gran ventaja frente a otros combustibles como el gas y el
petróleo, cuyas reservas se estiman en 60 y 40 años respectivamente.

Por lo tanto, para muchos, el carbón se perfila como la energía del futuro.Entre las matrices eléctricas que más usan el carbón para su abastecimiento eléctrico encontramos la de Polonia con una dependencia superior al 90% de esta fuente, seguido por Sudáfrica con un 80%.

En Chile, durante los últimos dos años, se ha dado una fuerte tendencia al desarrollo de iniciativas que apuntan a la producción de electricidad con carbón y que hasta la fecha proyecta más de 20 nuevas centrales termoeléctricas que resolverían el problema de crisis energética.

Sin embargo, los altos niveles de emisiones de CO2 que produce la generación de electricidad con esta piedra negra es uno de sus principales problemas, sobre todo ahora que el tema del calentamiento global y el cuidado del medioambiente se encuentran más presente que nunca en las comunidades.

Sólo cabe recordar que en 2004, las emisiones mundiales de este compuesto alcanzaron los 27 mil millones de toneladas.

Salvando al viejo carbón

Si bien, con el pasar del tiempo se han desarrollado diversas técnicas para reducir los índices de emisiones de una termoeléctrica a carbón, como desulfurizadores y filtros de gases, no se ha logrado dar una solución al CO2 liberado por estas unidades, que alcanzan las dos toneladas diarias por lo bajo.

Pero en el último tiempo se reveló lo que podría ser la solución para transformar estos monstruos carboneros en industrias más amigables con el medioambiente.

Su nombre: Captura y Secuestro de Carbón (CCS en inglés), que propone enterrar bajo tierra todas las emisiones de CO2 que libere una planta durante su funcionamiento antes que sean emanados por la chimenea.

El tema ha adquirido tal interés que en Alemania ya existe un prototipo realizado por la empresa Vattenfall en Stemberg que tendrá una potencia de 30MW y enterrará su CO2 a 600 metros de profundidad (en la foto).

Mientras que España ya figura como pionera en crear una legislación que regule a todas las empresas que quieran dedicarse a la CCS, exigiendo una garantía de 20 años una vez que el depósito subterráneo hay sido llenado.

En tanto, Reino Unido ha establecido que las nuevas centrales termoeléctricas deberán abatir un 100% del CO2 que produzcan, mientras que las actuales centrales deberán deshacerse de un 25% de sus emisiones y eliminarlas en su totalidad para 2025.

De acuerdo a datos del Global Climate & Energy Progect (GCEP), una de las principales ventajas de la captura y secuestro de carbón radica en su eficiencia de 90% en la reducción de emisiones, con lo que prácticamente se eliminaría el problema de gases de una central.

Pero, como es de esperarse, no todo podía ser tan color de rosa, ya que entre los principales efectos colaterales encontramos incrementos en el consumo energético y en su costo de funcionamiento.

Según un estudio del Intergubernamental Panel of Climate Change (IPCC), la eficiencia de una

planta termoeléctrica a carbón puede sufrir una reducción de entre un 15% y un 30% con un valor que va desde los US$30 a los US$70, por tonelada capturada.

Los medioambientalistas también han reaccionado frente a este tipo de iniciativas, recalcando problemas como fugas del CO2 que contaminen las aguas subterráneas o el transporte de estas emanaciones a los distintos terrenos de secuestro, lo que también puede significar un riesgo.

Un tema lejano para Chile

Ahora bien, para que toda esta discusión llegue a Chile queda mucho, tanto así que expertos dicen que la tecnología del CCS estará desarrollada recién en 2025, o sea, que en 2035 nuestro país podría recién estar analizando su incursión en estas tecnologías.

Según el profesor en ingeniería mecánica de la Universidad Católica, Julio Vergara, la elección de lugares aptos para el secuestro será uno de los principales problemas para instalar estos sistemas en nuestro país.

Un tema que en Chile ya se debería estar investigando, sobre todo si pensamos que para los próximos años el carbón abarcará un 36% de la matriz eléctrica local, con más de 7.000 MW instalados, lo que incrementará considerablemente nuestras emisiones.