Energía limpia que mejora producción
>> 30 de junio de 2010
Fuente: La Nación
En el último tiempo son varias las pymes que se han visto forzadas a dejar la leña, debido a las normas ambientales implementadas en Santiago y otras urbes con altos índices de contaminación. El combustible proveniente de los árboles, que por años fuera la principal fuente de energía del sector EMT, está siendo desplazado por varias alternativas, entre ellas el gas licuado (GLP)
Para este año se estima un incremento en la demanda del GLP, que actualmente es de 1.100.000 toneladas. El gas licuado se usa en Chile en múltiples actividades económicas y en 3.500.000 hogares para la cocción de alimentos, calefacción y calentamiento de agua sanitaria.
Su combustión eficiente y limpia con alto poder calórico, aprovecha gran parte de su contenido de energía, y sus emisiones de carbono son menores que las de otros combustibles. También es un complemento en la energía solar térmica, en la generación eólica y en otras fuentes alternativas.
SUSTITUCIÓN DE LA LEÑA
Respecto a la pronta publicación de la norma primaria de calidad ambiental para regular el material particulado PM 2.5 que podría significar que gran parte de las ciudades del sur del país sean declaradas zonas saturadas, José Odone, presidente de la Asociación Chilena de Gas Licuado A.G. (GLPChile), señala que está “convencido del importante aporte que puede hacer el gas licuado para atenuar la contaminación tanto en el aire intradomiciliario como en el exterior de muchas ciudades del centro sur del país”.
“Las normas en implementación y las medidas para controlar que se use leña seca y sistemas de combustión más avanzados, pueden ayudar a atenuar el problema, pero no lo eliminarán porque las propiedades físico químicas de los productos no cambian”, complementa.
El ejecutivo añade que el GLP podría competir con la leña en un marco regulatorio que le aplique normas como a un combustible y que comporte equidad en las condiciones de distribución y en los efectos ambientales. “El gas licuado produce 103 veces menos material particulado que la leña, 41 veces menos monóxido de carbono”, destaca. Odone añade que el uso de la leña podría significar en un plazo no muy lejano daños a la salud, que en algunos casos pueden ser irreparables.
EXPERIENCIAS DE USUARIOS
Sus abuelos cosechaban el trigo, y su papá fabricaba mote de manera artesanal, en consecuencia, resultó natural para Isaac Parada el dedicarse a la fabricación de mote, y para hacerlo de forma industrial optó por el gas licuado hace más de una década.
Según cuenta el emprendedor, tradicionalmente se cocía el trigo con leña o con quemadores a parafina. Después implementaron unos quemadores a gas con cilindros de 15 kilos. Posteriormente, la demanda por su producto fue aumentando, entonces la empresa proveedora del gas le ofreció unos quemadores de carácter industrial, para que pudiera tener calderas de cocción más grandes.
“Ocupábamos unas calderas de 80 kilos de trigo, en las cuales sacábamos 100 kilos de mote, pero después implementamos unas de 160 kilos de trigo. Por ende, teníamos que hervir mucha más agua, así que nuestros proveedores nos facilitaron los estanques en comodato, los quemadores y la asesoría respecto al uso del combustible”, cuenta Parada.
“Yo recomiendo el gas licuado, porque aparte de que permite cumplir con las normativas ambientales en Santiago, su uso es menos riesgoso para los trabajadores, porque cuando ocupábamos quemadores con aire y parafina teníamos emanaciones muy nocivas para las personas, algo parecido ocurría con la leña; mientras que el gas licuado es más limpio e incluso más cómodo porque tenemos quemadores con chispero (que se prenden automáticamente)”, agrega.
Pan con olor a limpio
La emprendedora Filomena Rodríguez, por su parte, lleva ya 15 años usando este combustible en su panadería, el cambio al gas licuado lo hizo a causa de la prohibición de usar leña, sin embargo, ha encontrado varios otros beneficios en esta fuente de energía.
“Pensamos que el gas licuado era lo más limpio que podíamos usar, por eso nos decidimos a instalarlo. Y en particular consideramos que este combustible era lo mejor para nuestro negocio, ya que de partida no mancha el horno como el petróleo, y también calienta más rápido; lo único malo que tiene es su precio, que encarece un poco los costos de producción”, comenta Rodríguez.
Por este mismo motivo, esta emprendedora reconoce que ella es una excepción dentro de su gremio, ya que la mayoría de los panaderos trabajan con petróleo para economizar costos. “Pero nosotros ya nos acostumbramos con el gas que nos permite elaborar unos panes más limpios y sin ese olor a petróleo con que quedan a veces los que son fabricados con ese combustible, así que preferimos pagar un poco más para poder entregar un mejor producto”.
Fuente: La Nación
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