¿Un parque para las termoeléctricas?
>> 13 de septiembre de 2010
Fuente: La Nación
Suez Energy tenía planificado construir el proyecto Barrancones a 25 kilómetros de Punta de Choros. De esa manera, las dos termoeléctricas contempladas habrían quedado cerca de una zona considerada como santuario de la naturaleza y que es hogar de la mayor reserva mundial del pingüino de Humboldt. Sin embargo, el gobierno negoció una relocalización de las centrales y la empresa aceptó la propuesta.
Pero, ¿hacia dónde han de moverse las plantas? Esa es la duda que aún no tiene respuesta y que se ha extendido al resto de los proyectos termoeléctricos a carbón que están en tramitación en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.
Hoy en Chile estas iniciativas totalizan una inversión de US$15 mil millones y suman una capacidad de generación de más de ocho mil MW.
Algunas se encuentran aprobadas para su construcción, otras están en etapa de calificación ambiental y un par tiene congelada su tramitación.
Además, el gobierno encargó al Ministerio de Bienes Nacional realizar una especie de zonificación del país, detallando según diversos criterios los lugares en que no se podrían instalar plantas a carbón (ver recuadro).
¿UN PARQUE TERMOELÉCTRICO?
Para las termoeléctricas, el escenario pos-Barrancones es muy diferente al que tenían antes del polémico proyecto. Es por eso que tras la idea del gobierno de definir zonas en que no se puedan construir estos proyectos, los expertos han comenzado a debatir acerca de cuáles serían las zonas más adecuadas para su instalación.
¿Es factible llevarlas todas a un solo lugar y crear una especie de parque termoeléctrico, de manera de instalarlas en zonas donde no se vean afectadas la población ni el ecosistema local? Esa es una de la ideas que se ha puesto sobre la mesa durante la discusión.
Los especialistas desconocen si en alguna parte del mundo exista un proyecto de estas características y señalan que esta alternativa tendría algunos beneficios, pero también varias complicaciones.
La consultora y ex ministra Vivianne Blanlot explica que una propuesta en este sentido sería factible “en el sentido de que se pueden aprovechar economías de escala, por ejemplo, en cuanto al puerto y a las instalaciones para recibir y almacenar carbón. Esa es una de las ventajas. Otra es que en vez de construir cada uno su línea de transmisión para acercarse a los sistemas principales de transmisión, se podrían construir líneas de mayor capacidad, agarrando así también otras economías de escalas. En todo caso, no se me viene a la mente un lugar en que se haya hecho eso”.
Hugh Rudnick, investigador del Departamento de Ingeniería de la Universidad Católica, asegura desconocer “una situación en que se haya privilegiado dejar todo en un solo lugar, quizás puede haberlos en países muy pequeños que tengan problemas de espacio. Pero típicamente las centrales termoeléctricas tienen que estar cerca de agua, entonces tienen que instalarse al lado de lagos, ríos abundantes o junto al mar”.
La directora de Chile Sustentable, Sara Larraín, pone como ejemplo que zonas como Tocopilla y Coronel pueden asemejarse a parques termoeléctricos, ya que en estos lugares hay instaladas varias centrales a carbón e, incluso, hay otras que están en proceso de tramitación ambiental.
Por ejemplo, en Coronel opera la central Bocamina de Endesa y Southern Cross tiene proyectado levantar en el mismo lugar una nueva central, con una capacidad de 700 MW. Y en Tocopilla operan Tocopilla de la empresa Electroandina y Norgener, ambas con una capacidad instalada de más de 700 MW y que abastecen principalmente a las grandes mineras de la Región de Antofagasta.
“Lo que pasó con la agricultura y el medio ambiente en esta última ciudad da una idea de lo que puede pasar ahí. Entonces, nadie quiere ese futuro para su zona”, sostiene Larraín.
CERCA DE LA DEMANDA
“En Tocopilla lo que pasó es que la primera planta se instaló a comienzos de siglo XX, cuando no había nada y el pueblo creció a su alrededor porque daba trabajo. Esa es la razón por la que la central quedó en medio de la población”, explica Francisco de Aguirre, socio de Electroconsultores.
A juicio del experto en energía, ubicar en un solo lugar todas las termoeléctricas a carbón que están en carpeta “no tiene sentido, por no decir que es una estupidez, salvo que esté muy cerca de donde están concentrados los consumos. Las centrales a carbón tienen que estar lo más cerca posible del consumo, porque si no vale una fortuna llevar la electricidad desde un punto a otro. Si usted va a fabricar Coca-Cola no la instala en el desierto para llevarla a la ciudad, lo hace más próximo de donde están los consumidores. Mientras más lejos se instalen, más caro sale”.
De Aguirre plantea que en la zona costera de las regiones de Atacama y Coquimbo, precisamente donde tenía contemplado que se construyeran las controvertidas plantas de Barrancones, se está evitando incurrir en esos mayores costos.
En esas regiones entrarán en operación grandes proyectos en el que Pascua Lama es el más relevante de todos, pero entre los que también están Caserones, El Morro y Relincho.
Todas esas faenas son intensivas en consumo de energía y por esa razón son cuatros los proyectos térmicos a carbón que tiene contemplado construirse en esa zona: uno es la quinta unidad de Guacolda, cuya instalación ya fue aprobada, y los tres restantes son Castilla, Punta Alcalde y Cruz Grande, todas en etapa de calificación ambiental.
“Entre la zona que va desde El Salvador y Quillota hay más de mil MW de demanda minera que se está desarrollando para los próximos años. ¿Cómo se va a abastecer esa demanda? Si no se construyen esas termoeléctricas, tendrían que traer suministros de otros lugares ¿Y de dónde?
En la zona central no existe hidroelectricidad que pueda ser desarrollada, tendría que traerse desde la XI y tengo que recorrer tres mil kilómetros de línea de transmisión, con un costo de inversión que es súper caro en transporte. Hay que generar la energía ahí mismo y por eso la serie de proyectos en las costas del norte chico”, explica el socio de Electroconsultores.
La ex secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía, María Isabel González, coincide en que esta zona necesita esa generación: “Ahí no hay recursos hidráulicos, entonces, por estabilidad del sistema, son necesarias esas centrales. Y lo ideal es que esté cerca de la demanda, porque con eso se disminuyen las pérdidas por transmisión”.
EL DEBATE DE FONDO
Pero el caso de Barrancones dejó en claro que desde ahora la cercanía de la planta con los centros de consumo no será el único criterio ni el más relevante para decidir la ubicación de un proyecto. En este nuevo escenario otros factores tomarán más peso del que quizás se les había asignado hasta ahora.
“Barrancones evidenció una gran deficiencia del país en materia ambiental: la ausencia de una visión consensuada acerca de las prioridades territoriales que permita resolver las disputas que las distintas actividades generan por el uso del territorio y sus recursos naturales. Por eso se requiere diseñar e implementar un sistema de ordenamiento territorial que, como mínimo, establezca las compatibilidades e incompatibilidades entre los distintos usos de la tierra e identifique los sitios prioritarios para el desarrollo de las distintas fuentes generadoras de electricidad”, plantea el director del Centro de Energía de la Universidad Diego Portales, Edmundo Claro.
Blanlot agrega que lo que se debe hacer es equilibrar los distintos costos y objetivos de política, entre los que están el cuidado del medio ambiente, la seguridad en el suministro y la energía barata. “El equilibrio no es fácil y cuando se define una política necesariamente hay que mirar todos los aspectos”, expresa la experta.
Sara Larraín plantea que el foco del debate no debiera ser la ubicación de estos proyectos que hoy están en tela de juicio: “Está haciendo crisis la localización y, por lo tanto, hay una crisis de aceptación política de estas alternativas que es más amplio que la mera localización. En el fondo, las distintas regiones no quieren sufrir los costos de lo que significan estas instalaciones, que no es sólo una intervención del territorio.
En el caso de Castilla son seis centrales a carbón en el mismo lugar, más dos de petróleo, más 125 mil hectáreas de desecho, más varios puertos con un muelle... Es una mega intervención sobre el territorio y eso lo inutiliza para otros usos. Chile tiene como energía base la más contaminante y más cara y, por lo tanto, no es bueno ni para las tarifas de los consumidores ni para el medio ambiente ni para la economía”.
Fuente: La Nación
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