"Chile es el único país que conozco donde la prioridad medioambiental es el paisaje"
>> 4 de junio de 2012
Fuente: El Mercurio
-¿Cuál es su apreciación sobre el problema energético?
"En nuestro último IPoM tenemos un recuadro que muestra que Chile ha tenido un aumento extraordinario en los costos de la electricidad en los últimos diez años, desde niveles bajo el promedio mundial, a tener los costos más altos del mundo. Un 50% más cara que el promedio de los países de la OCDE".
"Mucha gente simpatiza con que no haya represas en la Patagonia, y eso no es gratis. No estoy tan seguro de que los medioambientalistas en Chile sean tan medioambientalistas, esa es mi posición personal. Chile es el único país que conozco donde la primera prioridad de la discusión medioambiental es el paisaje. Pero el tema medioambiental que causa preocupación en todos los países son las emisiones de carbono y a nadie parece importar que, dado que no se están haciendo plantas hidroeléctricas, las nuevas plantas que entran en operación son termoeléctricas, las más contaminantes de todas".
-¿No le parece simplista decir que a los medioambientalistas les preocupa sólo el paisaje?
"Creo que la discusión ha sido desinformada y que los principales contendores en la discusión son, por una parte, las empresas de energía que ganan o pierden plata dependiendo de la solución y, por otra, las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que ganan plata por la opinión que expresan: si tuvieran otra opinión, no tendrían la plata que tienen".
-¿Cuál es el costo para el país de no tener resuelta la capacidad de generación energética?
"Tenemos el problema ya y no es alternativa desarrollar formas de generación eléctrica baratas en las magnitudes que el país requiere. Cuando se habla de energías alternativas, en general es un pronunciamiento que tiene el título y luego vienen páginas en blanco. No se puede tener energía nuclear ni hidroeléctrica. Tengo la impresión de que la ciudadanía recibe una discusión que está en la categoría de eslóganes que son muy vendedores, pero que tienen verdades a medias".
"El costo es tener menos posibilidades de resolver las demandas que están aflorando. Hay gente que marcha por reivindicaciones de la educación, de las regiones y además quiere que tengamos la energía más cara del mundo. Esa mezcla no es compatible porque las posibilidades de crecimiento del país son más bajas cuando la energía -insumo fundamental para la producción- es de las más caras del mundo".
"La autoridad nunca tiene la certeza de los eventos que pueda deparar el futuro. Y cuando ocurren los desastres, viene la pregunta: ¿Dónde estaba la autoridad que no lo dijo? Esto ocurre no solamente en la economía, a propósito de otras discusiones que andan dando vuelta".
-¿Alude a la reforma tributaria?
"Me estoy sumando a otros esfuerzos que hay para advertir que -sin ser el escenario más probable- la probabilidad de que pueda haber una salida desordenada en la Zona Euro a los problemas que tienen es lo suficientemente elevada como para cambiar el comportamiento e ir tomando seguros".
"Cuando asumimos en 1990, la cantidad de acreedores que tenía la economía chilena era enorme. Lo que más provocó estupor fue la revelación de la magnitud de la pobreza, superior al 45% y que hoy llega a un 15%. En ese entonces se priorizó el tema de la pobreza, lo que ayudó mucho a poner cierto orden en el otorgamiento de beneficios. Las últimas manifestaciones de los pingüinos, universitarios y de algunas regiones son demandas de la clase media".
-¿Ve hoy una prioridad para la clase media?
"Mientras haya pobreza, ella tiene que seguir siendo prioridad, pero no tan dominante como fue hace 20 años. La clase media no es antisistémica, más bien le exige al sistema que resuelva sus aspiraciones, las cuales están en temas de seguridad en el sentido amplio, incluidas la salud, previsión, educación de calidad y mejores oportunidades para sus hijos que hoy demandan los padres".
-¿Es crítico de las propuestas tributarias del Gobierno?
"El problema es que tanto las demandas -por pase escolar gratuito y reclamos porque hay universidades caras- como la oferta, han sido desordenadas y la clase política no se ha puesto de acuerdo en una visión común más de mediano y largo plazo. Tengo la esperanza de que los think tanks están estudiando este problema y tratando de construir una forma ordenada de abordarlo. Eso significa sacrificios, porque si uno quiere que el sistema tenga más aceptación para beneficio de todos, uno tiene que estar dispuesto a establecer cuáles son las prioridades".
"Y esas prioridades, en el caso de la reforma tributaria, valoran el esfuerzo que hay que hacer en materia de educación en US$ 700 millones, hasta donde yo entiendo. Esa es una opción política, yo no me voy a meter en ese detalle, tengo opinión, pero no puedo decirla".
-¿Cuál es su preocupación?
"Cuando existen maneras de generar demandas un poquito desordenadas, pueden aflorar con facilidad ofertones demagógicos. Una de las cosas que recomienda con fuerza el estudio CEP-Cieplan, por razones medioambientales y de igualdad con lo que ocurre en otros países, es subir el impuesto a las gasolinas, también al diésel del transporte, no al industrial. Me parece inadecuado postular reducciones en ese impuesto cuando el país está enfrentando nuevos desafíos, muchos de ellos muy caros. Es restar recursos a esos otros fines, para entregarlos a los automovilistas. Esta es una opinión política y estoy dispuesto a decirla, porque no hay ningún técnico serio en el país que yo conozca y tenga cierto prestigio que esté recomendando bajar el impuesto a las gasolinas".
Europa: "Difícilmente Chile va a tener un problema de liquidez"
Estos son los momentos en que el ciclo está bien en la economía chilena, sostiene Marfán: "Estamos lo más parecido a una situación de equilibrio en términos de las tasas de interés, de la tasa de desempleo y un crecimiento alineado con el PIB potencial. Y son momentos de tomar seguros cuando hay viento norte".
-¿Seguros en términos de austeridad fiscal y privada?
"Creo que el sector público lo hace bien en la medida que vaya cumpliendo la regla fiscal con que se comprometió, no es para allá el mensaje. Más bien tengo la impresión de que si este viento norte eventualmente llega a tener efectos en la economía chilena, es mejor no haberse embarcado en deudas, en proyectos de los cuales arrepentirse después".
-¿Tiene el Banco Central un plan anticrisis guardado en un estante como Hacienda?
"El comportamiento que tuvimos con la crisis de Lehman Brothers y lo que vino después ha sido valorado muy bien por los observadores. En un fin de semana se montaron soluciones de emergencia para resolver problemas de liquidez porque eso es lo que más afecta en el corto plazo, y para eso tenemos instrumentos y usos de tecnología, como el sistema de liquidez bruta en tiempo real (LBTR) para transacciones de gran magnitud y que permite resolver problemas de liquidez que pudieran generarse tanto en moneda nacional como extranjera. En aquel entonces estábamos con un programa de compras (dólares) e inmediatamente pasamos a un programa de ventas".
"Hoy, ante una crisis mayor, difícilmente Chile va a tener un problema de liquidez en el corto plazo".
-El ex ministro Juan Andrés Fontaine dice que el Central precipitó la recesión al actuar con rezago en 2008...
"Uno nunca sabe lo que va a ocurrir, y por lo tanto los comentarios válidos son los que se hacen en el momento mismo que se están tomando las decisiones, porque después ya se sabe lo que ocurrió. Fue muy buena idea del país haber tenido una política fiscal más que prudente durante 2008. Respecto al Banco Central, ese año llegamos a tener tasas de inflación de casi 10%, con una economía que daba muestras de sobrecalentamiento. La política de tasas que seguimos fue la correcta y exactamente lo mismo estoy diciendo ahora. Apenas se desencadenaron las consecuencias y efectos de la crisis, especialmente en Estados Unidos, la tasa de interés cayó bruscamente después".
-¿Podría retrasarse hoy una acción de política monetaria ante un agravamiento de la crisis por el hecho de que la economía y la demanda interna crecen sobre lo esperado?
"Las tasas de interés hoy día han tendido a mantenerse a pesar de que se pensaba que tenían que aumentar. Es un poquito bipolar el análisis, porque el escenario interno sólo aconsejaría aumentar y el escenario externo sólo reducir. Y no se pueden hacer las dos cosas".
"Tengo la impresión de que, en la medida que haya evidencia de que la debilidad que está mostrando la actividad en el resto del mundo empiece a afectarnos, entonces allí y no antes debería empezar a haber una respuesta más agresiva de la política monetaria. El escenario más probable es que eso no ocurra y que no existan estas cosas catastróficas; entonces no es conveniente adelantarse. Allí, obviamente las tasas se mantendrían relativamente altas".
El FMI debiera mediar en la crisis europea
-¿Cuál es su diagnóstico del escenario internacional?
"Sigo pensando que el escenario más probable es uno de bajo crecimiento durante un período largo en Estados Unidos, con altibajos, pero en promedio bajo, y lo mismo para Europa. China está en un punto de inflexión en su proceso de desarrollo y va a ser difícil que siga creciendo a las tasas que hemos visto hasta ahora".
"Lo más complejo es que la probabilidad de que haya una salida desordenada al problema de Europa ha aumentado lo suficiente como para generar preocupación en los mercados, y acá también".
-¿Qué probabilidad asigna a un escenario catastrófico?
"Más bien lo pondría en términos de que es lo suficientemente alta como para sacar seguro. Una salida desordenada sería un efecto dominó de los contagios".
"Las metas de ajuste fiscal en Europa han sido muchísimo más ambiciosas que las sugeridas por el Fondo Monetario Internacional (FMI)".
"El tema es que están intentando resolver sus problemas internos a través de organismos europeos en los cuales están simultáneamente representados acreedores y deudores. Pero el peso de los países acreedores o excedentarios (Alemania, Holanda, entre otros) es muy fuerte, y el grado de ajuste que son capaces de soportar los países deudores tiene restricciones económicas, sociales y políticas".
-¿Qué papel le ve al FMI?
"Hoy juega un rol muy menor y sería una gran solución que ingresara como mediador entre acreedores y deudores, como lo hizo con Chile en los 80. El Fondo venía acá y nos hablaba muy duro, que había que ajustarse, pero iba donde los acreedores también y les hablaba en el mismo tono en relación a con cuánto se iban a poner ellos".
"En materia de ajuste fiscal, los organismos europeos son amateurs y han puesto metas al borde de lo no sostenible. Desde lejos yo hago el punto nomás; hay como un cierto oprobio de los países más desarrollados de recurrir al FMI, y tengo la impresión de que eso es un error".
¿ESTÁ CHILE PREPARADO?
En las últimas semanas, Grecia y otros países europeos volvieron a ser noticia. La banca española está en el tapete y la tasa de financiamiento de España retornó a cifras que, de mantenerse, hacen inviable su programa económico. Existe la percepción de que si el electorado griego respalda posiciones rupturistas, su salida del euro es una posibilidad real.
La Europa de la Zona Euro no ha podido dar solución al exceso de deuda de algunos miembros. Tampoco ha logrado hacerlo con las necesidades de capitalización de sus bancos.
Vive una larga agonía que intercala períodos de calma con otros de inquietud, como el actual, en que se percibe posible una evolución caótica de esos problemas.
Aun cuando Grecia saliera del euro en cierto orden, el impacto negativo sería relevante. Alemania, el país menos afectado, sufriría un 1% del PIB. Pero si la salida fuera desordenada y una reacción en cadena del sistema financiero produjera una ruptura de la unión monetaria, esa cifra podría subir hasta el 10% para el país germano. ¡Basta recordar que los bancos franceses tienen en sus carteras cerca del 20% del PIB francés en créditos a países afectados!
Afortunadamente tal escenario es evitable, pero requiere acciones decididas y simultáneas en distintos frentes. El Banco Central Europeo debiera proveer mayor financiamiento y el euro depreciarse. Se debe encontrar un balance entre los esfuerzos de ajuste de cada país y el apoyo del resto. Es necesario un programa regional para asegurar, además de la liquidez, la solvencia del sistema financiero y evitar que siga reduciendo el crédito a sus usuarios.
Hoy, ante los eventos políticos recientes, parece difícil un plan coherente. Es posible que finalmente surjan decisiones que superen esta agonía, pero también podría suceder que predomine el caos. Aún cuando EE.UU y China están en mejor posición, una Europa herida afectará al mundo.
Es bueno que nuestras autoridades hayan manifestado inquietud y estén preparándose para reaccionar si sucediera una crisis.
Hay una dimensión en que Chile es competente. Si hay que enfrentar un escenario ordenado o una crisis financiera aguda pero temporal similar al 2008, contamos con las instituciones y los medios para resistir razonablemente. La experiencia de fines de los 90 y del 2008/09 indican que es clave asegurar que los efectos negativos externos y las expectativas no se retroalimenten vía un sistema financiero que se paralice o frene su actividad.
Nuestros bancos, sólidos y estables, son un gran punto a favor y una acción decidida de la autoridad monetaria debiera impedir que actúen con exceso de prudencia. Una política fiscal activa tendría un rol secundario y sería necesaria si no se realizara bien la primera tarea. Además de bancos sólidos el país tiene reservas y credibilidad fiscal, lo que es una gran ayuda.
Sin embargo hay otra dimensión en que no estamos bien parados. Los líderes políticos tienen poca conciencia que una parte importante de nuestro bienestar reciente lo debemos a las buenas condiciones externas. El gobierno de Bachelet se benefició de un precio del cobre que de poco más de un dólar la libra ( 1U$/lb) se elevó a 3 U$/lb. El gobierno actual se favoreció incluso más, con 3,7 U$/lb. Bastaría que volviera a cerca de 3 U$/lb y nuestro déficit en cuenta corriente pasaría al 5% del PIB. Una disminución adicional nos dejaría en terreno aún más peligroso. Y cualquier evolución desordenada de los problemas europeos nos colocaría en escenarios similares o peores a estos dos antes supuestos.
El ánimo en el país es tal que damos por sentado que merecemos progresar y sin esfuerzo. Que podemos exigir derechos sin obligaciones, como recibir créditos y no pagarlos, estacionar autos en sitios privados sin pagar, disponer de energía sin que se hagan las centrales necesarias, castigar en exceso a empresas que usan tecnología de punta y tienen problemas, subir impuestos o poner trabas al emprendimiento sin que implique menos crecimiento.
Esta forma de pensar es la opuesta a la que requerimos y ello se hará evidente si las condiciones externas se deterioran. Desde esa perspectiva estamos mal encaminados y haríamos bien en reflexionar para cambiar nuestra actitud como sociedad.
Aun cuando los escenarios más negativos no se produzcan, nuestros pobres necesitan que sigamos creciendo y no podemos contar siempre con que el factor externo sea cada vez más favorable.
Los líderes políticos tienen poca conciencia de que una parte importante de nuestro bienestar reciente lo debemos a las buenas condiciones externas. El gobierno de Bachelet se benefició de un precio del cobre que de poco más de 1 dólar la libra (1 U$/lb) se elevó a 3 U$/lb. El gobierno actual se favoreció incluso más, con 3,7 U$/lb. Bastaría que volviera a cerca de 3 U$/lb y nuestro déficit en cuenta corriente pasaría al 5% del PIB.
Fuente: El Mercurio
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